Reseña 9
Kenyon, el hijo de los Clutter, no se parecía físicamente a sus padres. Aunque era fuerte y robusto, su falta de coordinación y la necesidad de usar gafas le impedían destacar en deportes de equipo. Su único amigo cercano era Bob Jones, con quien solía disfrutar de aventuras, como perseguir coyotes en su viejo camión y cazar conejos, actividad que les reportaba algo de dinero. Sin embargo, últimamente, la relación entre los dos había cambiado, ya que Bob, a los 16 años, se interesó por las chicas, algo que Kenyon no entendía ni compartía, prefiriendo su mundo de actividades solitarias como la caza, la carpintería y la lectura.
Kenyon, sensible y reservado, no encajaba completamente en el estereotipo del hijo de Herb Clutter. A menudo lo consideraban distante, pero lo excusaban diciendo que "vivía en su mundo". Un día, mientras trabajaba en el jardín de su madre, se encontró con un empleado de la casa, Paul Helm, quien le preguntó si había visto el coche.
Kenyon había visto un Buick gris estacionado frente a la casa, esperando junto al despacho de su padre, y le mencionó a Paul Helm que su padre esperaba al señor Johnson, un agente de la compañía de seguros. Helm, un hombre observador y curioso, comentó que probablemente el padre de Kenyon estaba ocupado con pólizas. Mientras tanto, Nancy llegó montada en Babe, quien había sido bañada en el río, y se mostró juguetona, a diferencia de Kenyon, quien encontraba repugnante besar a los animales. La conversación giró hacia su caballo fallecido, Skeeter, que había muerto mientras lo montaba, lo que todavía le causaba tristeza.
Nancy, entusiasmada, preguntó a Kenyon si creía que su sobrino Tracy, aún un bebé, ya empezaría a hablar para el Día de Acción de Gracias. La conversación entre los hermanos fue cariñosa, con Kenyon burlándose de Nancy mientras ella le lanzaba una flor. Helm, por su parte, continuó con su trabajo, en medio de un paisaje que oscurecía conforme caía la noche.
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